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anja peters

Anja Peters comenzó a actuar de manera extraña cuando estaba en su primer año de universidad estudiando para ser enfermera. Abandonó la universidad cuando sus síntomas empeoraron. Su familia no sabía qué hacer. La enviaron fuera del estado a un programa para adolescentes con problemas, pero los síntomas continuaron. Se sentía desesperada y creía que había arruinado su vida y que nada podría arreglarla. Intentó suicidarse en varias ocasiones y casi lo consiguió. Los médicos que la trataron dijeron que fue un milagro que sobreviviera sin ningún daño cerebral u otros órganos .

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El objetivo principal del padre de Anja, Michael, era mantener viva a Anja y encontrar algo que la ayudara. Fue un desafío porque los síntomas de Anja eran desconcertantes. Le diagnosticaron trastorno bipolar pero los medicamentos recetados no fueron útiles. Su ideación suicida estaba siempre presente y tomaría medidas para lograr su objetivo siempre que fuera posible. Michael lo describió como una determinación suicida. Estaba bajo vigilancia de suicidio las 24 horas tanto dentro como fuera del hospital. Michael intentó todo lo que se le ocurrió para ayudar a Anja: dieta, ejercicio, terapia, residencias psiquiátricas, infusiones de ketamina. Nada ayudó más que Lorazepam (Ativan). Más de un año y medio después de que comenzaran los síntomas de Anja, Michael habló con una madre cuya hija había sido previamente diagnosticada con Catatonia y se curó con TEC. Después de hablar con ella, sospechó de un diagnóstico de Catatonia ya que el único medicamento que ayudó a Anja fue el Lorazepam. Michael no estaba seguro de este diagnóstico ya que su hija no parecía encajar en las descripciones de Catatonia en la literatura.

Cuando Michael se quedó sin opciones, decidió explorar la ECT. Anja fue remitida a la Clínica ECT de la Universidad de Michigan. Ella y su padre se reunieron con el psiquiatra a cargo de la clínica. Para que Anja pudiera recibir TEC, tendría que ser admitida en la unidad psiquiátrica para pacientes hospitalizados. A Michael le tomó algún tiempo tomar esta decisión. Familiares y amigos no lo apoyaron. Michael hizo su propia diligencia debida y decidió que era la mejor opción para Anja. Después del cuarto tratamiento, las ideas suicidas de Anja y otros síntomas (miedo, desesperanza, falta de capacidad para conectarse o sentir) desaparecieron. Su tratamiento continuó durante varios meses. Ha prosperado desde entonces y está ansiosa por contar su historia para ayudar a los demás.

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